Los recién casados lo dieron todo para conseguir las mejores fotografías de boda después de una ceremonia íntima y acogedora.
Izaskun y Ruben han sido a día de hoy la pareja que más me ha sorprendido. Dentro de ellos hay un espíritu intrépido que pobre de aquel que intente doblegarlo. Normalmente, las novias cuidan mucho que el vestido quede en las mejores condiciones posibles. Al final, son objetos ligados a momentos fundamentales en la vida de una persona. Esta pareja me rompió todos los esquemas que tenía en la mente y me demostró que en el mundo de las bodas hay tanta diversidad como parejas mismas.
La ceremonia no fue enorme, ni mucho menos. Esta pareja decidió casarse ante las personas imprescindibles, el círculo cercano de familiares y amigos que sí o sí tenían que estar. Fue una boda íntima, en un lugar acogedor y con una ceremonia preciosa que no dejó títere con cabeza a nivel emocional. Pero entre todo, hubo otra gran protagonista: su hija. Las parejas modernas ya no esperan a estar casadas para crear una familia si es su deseo y esto da como resultado bodas con tres protagonistas (o más), la máxima exponencia de la unidad y el amor.
Después de la boda la pareja decidió que lo mejor que podíamos hacer era realizar una sesión fotográfica postboda en la playa de La Salvaje. Nunca había visto una pareja que disfrutara tanto de una sesión: estaban dispuestos a subirse a cualquier lado, a posar en cualquier sitio con tal de que las fotos fueran las mejores posibles. Y fui capaz de captar esa energía con mi cámara. Las fotos salieron espectaculares, se ve en ellas como la pareja estaba disfrutando y divirtiéndose cada minuto que estaban juntos. El vestido de novia acabó lleno de musgo y arena y los dos terminaron empapados en el agua salada de la playa. Definitivamente escalar los Flysch y entrar al agua sin ningún tipo de temor para conseguir las mejores fotos mereció la pena.